ROSQUILLAS DE ANIS
Estamos en época de
carnaval y lo mismo que en la Semana Santa las rosquillas y las torrijas junto
a muchos platos más son protagonistas, yo traigo aquí la receta de rosquillas
de anís que hacia mi madre, lo único que yo las he hecho más grandes pues me
gustan más esponjosas que crocantes, aparte que para desayunar son ideales el
tamaño, estas rosquillas son más sanas que los donuts ya que la grasa que
llevan es aceite de oliva y no esa grasa industrial llena de colesterol, encima
el sabor a anís nos lleva la memoria a los dulces de antaño, así que ya tenemos
un par de argumentos para hacerlas y saborearlas.
INGREDIENTES:
- 1 Taza de leche
- 1/2 Taza de aceite de oliva virgen
- Ralladura de 1 limón
- 1/2 Taza de Anís del Mono
- 1/2 Taza de azúcar
- 2 o 3 Huevos
- 1 Sobre de levadura Royal
- Harina (la que pida 3 o 4 tazas)
- Aceite de oliva para freírlas
- Azúcar y canela para rebozarlas
Ponemos la leche en
un cazo y le añadimos el anís y el aceite de oliva, removemos bien hasta que se
integre todo y ponemos a hervir, una vez hierva sacamos del fuego y añadimos el
azúcar y la ralladura del limón y dejamos enfriar para poderlo utilizar.
Preparamos un bol
donde echaremos unas tres tazas de harina, yo aquí use harina para bizcochos,
porque buscaba la máxima esponjosidad y esta harina lleva algo de levadura
química, pues bien le agrego el sobre de levadura Royal (polvo para hornear) y
mezclo todo muy bien y hago un cono en medio de la harina.
Por otro lado cojo
los huevos y se los añado a la mezcla de la leche que ya debe de estar frio y
remuevo bien para que todo se integre y esto lo vuelco poco a poco en el bol de
la harina y con la ayuda de una espátula lo voy integrando todo muy bien.
Según nos lo vaya
pidiendo iremos añadiendo mas harina, la textura nos debe quedar como de
plastilina y que se separe bien de las paredes del bol.
Cogemos la encimera y
echamos harina y encima de ella volcaremos la masa que hay en el bol y con las
manos enharinadas amasaremos hasta integrarlo todo bien, si necesita más harina
iremos añadiendo poco a poco, la masa estará cuando los dedos nos queden limpio
y no se pegue en la encimera, daremos forma de bola y dejamos reposar un poco.
Llego la hora
divertida, ponemos un papel de horno o una bandeja para depositar las
rosquillas, cogemos un pedazo de masa y le damos forma de bola, aplastamos y
metemos el dedo en el centro hasta que la traspasemos, sacamos el dedo y
agrandamos el agujero, depositamos la rosquilla sobre el papel hasta la hora de
freír, hacemos toda la masa y ponemos las rosquillas en disposición para ser
bañadas en aceite.
Hay otras formas de
hacer las rosquillas, coger un trozo de masa y amasarlas dándoles forma de
cilindro y luego uniendo los extremos dando forma de lazo etc.
Dependiendo del
tamaño, a la hora de freír se quedaran más o menos crocante, es decir a mas
pequeña se queda crocante por dentro y por fuera, a mas grande se queda
crocante por fuera y mas esponjosa por dentro, yo aquí las hice del tamaño de
un donut, pero es porque me gusta el tamaño para mojar bien a la hora del
desayuno con el cacao con leche, mi madre las hacia un poco más pequeñas, pero
quedan deliciosas de todas formas.
En una sartén ponemos
aceite de oliva y lo calentamos no muy fuerte, es decir un fuego medio alto y
doramos por los dos lados, las sacamos y ponemos sobre papel absorbente para
que suelte todo el aceite sobrante.
Una vez frías y
desgrasadas, en un bol habremos mezclado azúcar y canela y las rebozamos por
las dos caras y depositamos en una lata de las antiguas donde las tendremos
protegidas de manos furtivas que nos las roben, nada es bromas, son para
compartir con un buen café o unas copitas de mistela o anís.
Rico no, lo
siguiente, hacía muchos años que no las probaba, por mi condición de diabético
creo que pasaran muchos años más, pero ha sido muy bonito recordar las
rosquillas que hacia mi madre y compartirlas.
Buen provecho… y
disfrútenlas